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ESTRÉS EN PANDEMIA

¿Cómo sentirnos mejor?

Conversar en familia o con cercanos, aceptar e identificar nuestras emociones, meditar para aquietar la mente, buscar tiempos de quietud y conectarnos más con las cosas que nos resultan gratas son algunas de las principales recomendaciones que entregan destacados expertos para aliviar este trastorno que hoy lidera los problemas de salud mental a nivel global.

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) hoy estamos ante una “crisis de salud mental” producto de la pandemia, donde sobresale abiertamente el estrés, lo que se ratifica en nuestro país según el estudio “Termómetro de la Salud Mental en Chile”, efectuado por el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales y la Asociación Chilena de Seguridad (AChS), mostrando que en el contexto de la crisis sanitaria un 54,8% de las personas entre 21 y 68 años se siente constantemente agobiado y en tensión más o mucho más que lo habitual.

Dr. Raúl Riquelme, psiquiatra past president de la Sociedad Chilena de Salud Mental y director de CESMERR.

El estrés, de acuerdo a los especialistas, es una reacción defesiva del organismo ante un estímulo negativo, caracterizada por el aumento de cortisol: hormona producida por la glándula suprarrenal para estimular una situación de alerta. Puede presentarse en un grado normal (frente a un estímulo nocivo de menor complejidad, donde desaparece después de reaccionar al estímulo), en un grado medio (frente a exigencias mayores que las habituales o como consecuencia de deterioro de capacidades de defensa) y en un grado severo (cuando el sujeto se expone a una situación vivencial límite) donde se conoce como estrés postraumático, por una parte, o situación de estrés agudo sostenido en el tiempo, por otra.

 “El problema es que todos comenzamos a gastar mucha más energía de lo habitual en situaciones de estrés, por lo que si estas se prolongan, comienzan a producir una descompensación del organismo con síntomas en diferentes sistemas, explica el psiquiatra Raúl Riquelme, past president de la Sociedad Chilena de Salud Mental y director de CESMERR.

"Hay que conversarlo en familia y no automedicarse"

“Por ejemplo, a nivel digestivo es frecuente ardor estomacal, gases, incremento o disminución del apetito y desórdenes del tracto intestinal tipo constipación o diarrea; nudos en la garganta y ahogos en el sistema respiratorio; molestias, calambres y temblores en el sistema locomotor. También el estrés se manifiesta en problemas cardiacos, en alergias de la piel, como asimismo en dolores de cabeza e incluso alteraciones en la libido. A nivel psicológico algunas de las manifestaciones más habituales del estrés son ansiedad, tensión, irritabilidad, falta de concentración y dificultades para dormir”, reseña el profesional.

Un estrés que no ha sido controlado y se mantiene en el tiempo va debilitando el sistema inmunitario, con lo cual comienzan a aparecer enfermedades de envergadura. Del mismo modo puede condicionar la aparición de patologías psiquiátricas como las depresiones (en su grado mayor pueden llevar al suicidio); a los trastornos explosivos intermitentes (las personas pueden dañarse a ellas mismas o a los demás) o al abuso de alcohol o drogas (las personas sienten que calman o anestesian su impulsividad sin medir las consecuencias).

Para el psiquiatra, también consultor asociado de IEPRES, la situación de alarma que se ha producido en el mundo y en el país, producto del temor a la muerte ha generado un alto grado de estrés e incertidumbre. “El confinamiento prolongado y sus consecuencias personales, familiares y laborales nos cambiaron la vida, no viéndose un horizonte muy claro”.

“En este momento todos los seres humanos se están adaptando a una nueva realidad donde no hay claridad cómo sigue y el estrés es un tema del que no hablamos, lo evitamos. Creo que debe conversarse en familia o con las personas más cercanas, cómo nos vamos acomodando a las distintas circunstancias, y cómo nos vamos adaptando a esta nueva situación para ir superándolo y no transmitirlo a los niños o a los mayores. Las personas que se sienten afectadas deben consultar a un especialista, evitar automedicarse y no usar sustancias como alcohol y drogas”, aconseja el especialista.

Surfear la ola de incertidumbre

Para la psiquiatra Gema Cabrera hoy vivimos una situación profunda de estrés personal y social producto de la pandemia “porque los seres humanos estamos acostumbrados a resolver las situaciones de crisis en manada, en tribu, y el confinamiento nos ha separado, nos ha alejado”.

Dra. Gema Cabrera, psiquiatra y experta en medicinas originarias.

 “El estrés en sí no es malo, ya que los seres humanos necesitamos una cuota de él para poder funcionar y si no lo experimentamos en positiva medida sería difícil que tuviéramos los mecanismos y la energía para movernos”, señala la especialista, advirtiendo que cuando ese estrés es demasiado largo en el tiempo e intenso, se transforma en un estado patológico que lleva a un agotamiento de los neurotransmisores.

Para enfrentar este fenómeno, lo primero es aceptar el miedo como una emoción normal ante la amenaza. “Si logro ponerle nombre a lo que estoy sintiendo, puedo pedir ayuda”, comentó la psiquiatra. “Probablemente esto no vuelva a ser para nadie como antes y tenemos que aprender a manejar nuestras emociones, siendo las esenciales el miedo y el amor.”

“Lo segundo es clasificar cuánto de miedo es imaginario y cuánto es real. Si es imaginario lo desecho, inyecto realidad, pongo razón o intelecto, y si es real lo enfrento”, aconseja la doctora Cabrera, recomendando así “surfear la ola de la incertidumbre”, fenómeno adaptativo que se debiera vivir compartiendo lo que nos pasa, con quienes nos rodean, para encontrar algún grado de serenidad.

El mindfulness o meditación es clave

Otras recomendaciones para aliviar el estrés intenso pasan por buscar cosas sencillas que están a mano. “Yo le enseño a mis pacientes una respiración consciente. Algunos llegan con crisis de pánico, les enseño a tomar atención a la respiración. A través de las fosas nasales, de la tráquea, de cómo se llenan los pulmones, cómo se expanden, y sentir cómo exhalas, si tú haces ese ejercicio, sólo ese ejercicio, por unos segundos, vas a ver que la mente se aquieta. Porque la respiración está directamente asociada a la velocidad de los pensamientos, de la sinapsis neuronal. Cuando tú llevas la atención a la respiración, baja el diálogo interno. No es que la mente se acalle o deje de pensar, sino que baja la intensidad. Y eso está conectado con el sentimiento de felicidad, con el sentimiento de plenitud, de gozo”.

Ello es lo que se conoce como mindfulness, que tiene su origen en antiguas técnicas de meditación, adaptadas para ofrecer una forma natural de entrenar la mente, desarrollar conciencia corporal, auto observación y así reducir sufrimiento, estrés y dolencias físicas.

La meditación comienza con una práctica de atención plena donde la persona toma contacto en el aquí y ahora con su pensamiento y percepción, con el objetivo de estabilizar la claridad y la apertura de la mente con independencia de la agitación mental, sin coacción alguna.

Otras consejos para estar mejor y sentir menos estrés que da la doctora Gema Cabrera,  también médico experta en medicinas originarias, son beber infusiones de manzanilla (sedante) o menta (tranquilizante y antiespasmódico), dos o tres veces al día; como asimismo hacer pausas en la jornada, las que muchas veces pueden coincidir con las horas de alimentarnos (desayuno, almuerzo, merienda, cena).

Buscar tiempos de quietud

Patricia May, antropóloga.

Según la antropóloga Patricia May, el estrés en pandemia se ha evidenciado como una enfermedad donde las personas venían buscando una meta, corriendo por lograr algo más, apuradamente, sacándonos del momento presente. “Nos hemos acostumbrado a un ritmo de vida acelerado, siempre pensando en la actividad siguiente, llenando la mente con lista de deberes, en un estado de ansiedad constante, lo que ha producido adicción a un estado adrenalínico del cuerpo, dañando la calidad de vida y capacidad de vincularnos con presencia, afecto y escucha”.

Agrega que ahora estamos en un estrés colectivo donde hay que cuestionarse profundamente los valores y las bases sobre las cuales estamos viviendo. “Menos es más, es necesario detenerse, vivir una vida con un ritmo armónico, con tiempos de disfrute, con tiempos de ocio creativo donde me pueda conectar con lo que me gusta, con más naturaleza, y con una tecnología que nos ayude a armonizar la vida y no a hacerla más ansiosa”, reflexiona.

Agrega que se trata más que nada de consciencia, “lo que sugiere todos los días, al terminar la jornada, revisar un poco lo que ella ha sido e introducir espacios de tranquilidad, de disfrute”. Del mismo modo “ver a qué me quiero dedicar, qué es verdaderamente importante para mí y qué momento me voy a dar para hacer una pausa, para irme tranquilizando, a la vez de buscar tiempos de quietud, poniendo énfasis en la mente”.

Coincide en la sugerencia de incorporar la meditación y también espacios de pausa, “poniendo atención a la respiración por dos o tres minutos y luego reanudar lo que estoy haciendo”.